Death and all his friends. Parte 1
La nieve golpeaba con gentileza la puerta pero con arrolladora furia el rostro de los hombres que entraban a la vieja taberna. Era la época de finales de año y la nieve hacía un buen tiempo que había llegado a cubrirlo todo.
Era todo un pasatiempo analizar la fauna que se hacía presente a la vieja taberna, en especial los viernes y días fríos. Desde viejos que buscaban compradores para sus viejos radiadores o viejas tonterías de pobres que nadie se interesaba en comprar pero lo hacían por el sentimiento estremecedor de lástima y compasión que los ancianos producían. Tambien llegaban viajeros que iban siguiendo forajidos o fugitivos para cobrar las recompensas. Parejas de jóvenes que les parecía un buen lugar para dar rienda suelta a pasiones desbordantes. Una vieja barra servía de canal para todas las personas que buscaban consuelo en el ron, y amistad con el whisky.
Cada uno a su manera buscaba ahogarse en sus penas, lo admitieran o no. Era lunes, y aún era temprano para que la gente de siempre comenzara a llegar. El barman conocido como Ler aún limpiaba todos sus vasos. Ler era un viejo blanco de la zona que nunca había salido mas allá de 5 km a la redonda, conocía a todos y todos lo conocían a él, era ese tipo de hombre que infunde un respeto únicamente por su barba blanca y espesa. Al tomar en cuenta todo su rostro, inspiraba una especie de sentimiento misterioso y mortal, como si supiera todo lo malo que has hecho, y supiera como usarlo en tu contra. Limpió el último vaso y lo colocó junto a los otros. Se sentó y encendió un cigarrillo. Disfrutaba sentir pasar la vida por sus gastados ojos color oro.
Entró en ese momento un hombre con un abrigo grande color negro, gastado y lleno de nieve por todas partes, traía llenas las manos de sangre y su rostro estaba pálido por el frío. Era joven, y aún tenía señales de haberse afeitado mal. Sus manos tenían marcas de haber sido amarradas, y respiraba entrecortadamente.
Se sentó y pidió un escoces con ligera amabilidad. Ler atendió con tranquilidad e ignoro el comentario del tipo acerca de que el escoces le recordaba a su madre. El tipo comenzó a decir muchas cosas...
-Puedes decirme la hora, debo haberme dormido durante días despues de seguir a ese estúpido de Knox, casi pierdo mis manos y ahora estoy acá sentado a punto de hacer un buen negocio contigo. Así que ahora que mi tiempo se acaba, anciano, dame todo el dinero, hazlo con tranquilidad y talves no te disparé con el justiciero--decía al tiempo que sacaba un rifle un poco mas pequeño que los regulares de una bolsa a lo largo de su pierna derecha--
Ler lo miró, con paciencia y con curiosidad de si no estaba ebrio o solo estaba bromeando, lo miró con paciencia y como vió que era en serio dijo:-Robar un lunes es lo peor que puedes hacer por estos lados-- y se tocaba la barba con la mano izquierda.
-¿Porqué?
-¿Qué?
-Dije, que ¿porqué--gritó.
-¿Qué cosa?-- gritaba mas alto el viejo Ler.
-Porque Robar...
Ler no le dió tiempo de terminar la frase, tomó su rifle que estaba bajo la barra, y con una sola mano, disparo bajo la barra y la atraveso dando de lleno en el rostro del desconocido. Cayó pesadamente en el suelo de madera y había sangre por todas partes.
-Porque yo estoy acá y porque me harás limpiar todo otra vez--dijo.
Era todo un pasatiempo analizar la fauna que se hacía presente a la vieja taberna, en especial los viernes y días fríos. Desde viejos que buscaban compradores para sus viejos radiadores o viejas tonterías de pobres que nadie se interesaba en comprar pero lo hacían por el sentimiento estremecedor de lástima y compasión que los ancianos producían. Tambien llegaban viajeros que iban siguiendo forajidos o fugitivos para cobrar las recompensas. Parejas de jóvenes que les parecía un buen lugar para dar rienda suelta a pasiones desbordantes. Una vieja barra servía de canal para todas las personas que buscaban consuelo en el ron, y amistad con el whisky.
Cada uno a su manera buscaba ahogarse en sus penas, lo admitieran o no. Era lunes, y aún era temprano para que la gente de siempre comenzara a llegar. El barman conocido como Ler aún limpiaba todos sus vasos. Ler era un viejo blanco de la zona que nunca había salido mas allá de 5 km a la redonda, conocía a todos y todos lo conocían a él, era ese tipo de hombre que infunde un respeto únicamente por su barba blanca y espesa. Al tomar en cuenta todo su rostro, inspiraba una especie de sentimiento misterioso y mortal, como si supiera todo lo malo que has hecho, y supiera como usarlo en tu contra. Limpió el último vaso y lo colocó junto a los otros. Se sentó y encendió un cigarrillo. Disfrutaba sentir pasar la vida por sus gastados ojos color oro.
Entró en ese momento un hombre con un abrigo grande color negro, gastado y lleno de nieve por todas partes, traía llenas las manos de sangre y su rostro estaba pálido por el frío. Era joven, y aún tenía señales de haberse afeitado mal. Sus manos tenían marcas de haber sido amarradas, y respiraba entrecortadamente.
Se sentó y pidió un escoces con ligera amabilidad. Ler atendió con tranquilidad e ignoro el comentario del tipo acerca de que el escoces le recordaba a su madre. El tipo comenzó a decir muchas cosas...
-Puedes decirme la hora, debo haberme dormido durante días despues de seguir a ese estúpido de Knox, casi pierdo mis manos y ahora estoy acá sentado a punto de hacer un buen negocio contigo. Así que ahora que mi tiempo se acaba, anciano, dame todo el dinero, hazlo con tranquilidad y talves no te disparé con el justiciero--decía al tiempo que sacaba un rifle un poco mas pequeño que los regulares de una bolsa a lo largo de su pierna derecha--
Ler lo miró, con paciencia y con curiosidad de si no estaba ebrio o solo estaba bromeando, lo miró con paciencia y como vió que era en serio dijo:-Robar un lunes es lo peor que puedes hacer por estos lados-- y se tocaba la barba con la mano izquierda.
-¿Porqué?
-¿Qué?
-Dije, que ¿porqué--gritó.
-¿Qué cosa?-- gritaba mas alto el viejo Ler.
-Porque Robar...
Ler no le dió tiempo de terminar la frase, tomó su rifle que estaba bajo la barra, y con una sola mano, disparo bajo la barra y la atraveso dando de lleno en el rostro del desconocido. Cayó pesadamente en el suelo de madera y había sangre por todas partes.
-Porque yo estoy acá y porque me harás limpiar todo otra vez--dijo.
Comentarios
Publicar un comentario