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Acabando de llegar de Copán, debo decir que fue una experiencia completamente buena de inicio a fin, con detalles que ensucian o acentúan el viaje, pero lo repetiría muchas veces...

En fin, el 1er día, luego de llegar al hotel, salimos a rondar las pequeñas calles empedradas de la ciudad, (amé esas calles), pero de todas las cosas que ví y de las pocas cosas que comí, la que nunca podré olvidar fue una de las mas extrañas que he visto...

-Hablo de una vieja anciana (que aún creo que era una estafadora, o talves solo cruel) de pelo canoso, con dos botes en las manos, uno de ellos tenía una foto de una familia numerosa, foto que preferí no mirar bien porque no creía que ella fuera sincera, ella no hablaba bien, solo hacía sonidos que realmente no se parecían  en nada a sonidos que el humano pudiera comprender; a ella la acompañaba un niño, de unos 8 o 9 años, con el pelo rapado (no sé si para que le durara el corte, o solo para aparentar enfermedad y causar lástima, no sé :S) el niño me contagió una sensación de paz y alegría que pocas veces tengo la fortuna de sentir, esa paz de un niño que aunque es utilizado como animal de carga, no se queja y sigue adelante, me acerco uno de los botes para depositar dinero, le entregue 10 lempiras, y le sonreí, gesto que fue devuelto con mayor amplitud)

Segui caminando rondando las tiendas de baratijas (perdón, souvenirs) y ellos entraron a pedir dinero a esa tienda, los ví mientras deje de ver a un búho de jade que estaba en exhibición, (me lo pueden regalar con solo $30, solo digo ;) y el niño se agacho junto a mí, y me sonrío igual que la primera vez, me dijo "un elefante" al mismo tiempo que lo señalaba, y la alegría en mi no paraba de crecer. Mencionó dos figuras mas, y él fue capaz de reconocer un rinoceronte, cosa que yo no (perdón, andaba sin lentes) siempre de jade. La señora se acercó para avisar que ya se íban, al tiempo que le pegaba en el centro de la rapada cabeza, balbuceó algo, y el niño se levanto sin reparar en el golpe y sin parar de sonreírme, ella me vió como quien ve un molesto insecto, pero no le tomé importancia, no podía.

No supe su nombre, y así quise que fuera, lo único que lamento, es no agradecerle a ese pequeño por ser una fuente de alegría, sonrisas así... Necesita el mundo.

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